![]() Las pautas de inmunosupresión a utilizar son las mismas que en el primer trasplante. La prueba cruzada reciente e histórica debe ser negativa. En el segundo trasplante, se pueden repetir los antígenos HLA-AB no compartidos si el receptor no ha desarrollado anticuerpos específicos. A pesar de las ventajas terapéuticas del retrasplante, el porcentaje de enfermos que se somete a un segundo trasplante permanece estacionario, posiblemente por la aplicación de criterios más amplios en cuanto a la aceptación de candidatos a trasplantarse (evidencia B). Los grupos más favorecidos por el retrasplante son los enfermos en que la diabetes tipo I fue la causa del fallo renal y el grupo de edad entre 18 y 50 años (evidencia C). ![]() También mejora la supervivencia del enfermo respecto a aquel que permanece en lista de espera. El retrasplante constituye la mejor forma de tratamiento de la insuficiencia renal crónica (IRC), y los resultados de la supervivencia del injerto se acercan a los del primer trasplante, a pesar de ser considerados enfermos de alto riesgo. Como característica importante, los enfermos en espera de un segundo o tercer trasplante con frecuencia tienen anticuerpos circulantes frente a los antígenos HLA. De ellos, el 40-60% según las series se incluyen en lista de espera para un segundo trasplante, lo que origina un aumento del número de enfermos en espera de trasplante y plantea el dilema sobre los derechos a trasplantarse en los programas basados en donantes cadáver. Estos enfermos de nuevo se incluyen en programas de diálisis, y constituyen entre el 4 y 10% de los enfermos admitidos anualmente para tratamiento dialítico. A pesar de los avances en el tratamiento inmunosupresor y en los cuidados del enfermo trasplantado, a los tres años del trasplante el 20-30% de los receptores habrán perdido el injerto y la pérdida continuará a razón de un 2-4% anual.
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